Sin fin

Músicas del mundo seguido de un Castelldefels de día que sirve para recorrer en tren una vuelta que incluye a M.Jackson bailando. El fin de la vuelta acaba en piso grande de techo alto con buena cena, mejor compañía y bella anfitriona. Empieza con una capa límite, físicos de Sevilla haciendo de primo al lado de street art y esa charla de lo humano y lo humano que debe acompañar siempre un buen vino.

Un sueño fácil que acaba tarde porque lo merece el mundo. Un fin de semana que empieza cuando uno busca unas canciones que necesita recordar pero no recuerda, que debe encontrar pero no busca y que tal vez necesite pero no quiera.

Risa y llanto se pueden suceder rápidas o ir conjuntadas, como todo buen clown que nunca te esperabas ver, pero que necesitabas como siempre. Acabas la tónica y sabes que has visto un par de genios con tambores, por favor, por favor que adquieran fama pero que no te los quiten. Mientras recuerdas que debes poner su link y algun video, cenas al lado, en el local de siempre. Y recuerdas que no recuerdas. Que las cosas se entierran y se cambian de color, según el color que necesites. Que lo rubio es moreno, lo moreno es rubio y el año no importa siempre que las cosas pasen antes o despues.

Las tonadillas se enganchan pero no suelen respirar, otras veces viven. Y las fotos no engañan. Si has acabado de salvar algo de malas maneras, ellas te recuerdan que debes coger un tren con ejecutiva al lado. Con cafe y ejecutiva al lado. Con cafe desparramado y ejecutiva al lado. El tren siempre se coge para ver a alguien, la mayoria de veces al final del trayecto, trabajar es siempre la excusa. Pero trabajas en domingo si hace falta.

El regreso al piso hotel siempre es agradable, aunque es increible que internet no funcione. La confabulación para que entre una guiness mientras gana el barça es evidente. Estoy irresistible con la guiness pero debo rechazar la oferta, no soy Manuel y no soy homosexual. Confirmar que no me había equivocado de bar y dormir poco al ver un minishow libio no me sienta nunca bien. Y por la mañana tengo que contar, es lo que he hecho siempre desde pequeño. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y ocho platos de desayuno. Salgo a la calle y estallo. Deben mirar mi lentitud antes de que el aire del Ebro me reconfigure, sepa que un amigo se va a hacer semi-famoso y que otro definitivamente se va a volver mayor. Por suerte para los dos, creo tener regalos.

Confusión y pizza para cenar. Se acaba o empieza el dia. Post habitual de vivencias es un rollo, así que hay que cambiar estilo, corregir, publicar entrada y, supongo, esperar el fondo en negro con sin fin de fondo.