Es emocionante

Realmente es emocionante. No exagero. Cuando te dicen que te des prisa cuando llegues al aeropuerto de Milán, que hagas el favor de coger el tren directo Malpensa-Cardona (centro ciudad) rapidito, no te lo esperas. Solo piensas que es raro que te preparen una "sorpresa" justo una hora y media después de aterrizar el avión cuando el tren al centro ya dura media hora.

Cuando el avión lleva la media hora de retraso habitual y en Cardona no puedes dejar la maleta crees que la "sorpresa" esta casi perdida.

Pero no lo esta, porque cogiendo un taxi pidiendo por favor que vaya rápido se llega a todos los sitios.. justos eso sí. Se llega justo cuando tu "pase" está apunto de caducar, y caducan al cabo de 5 minutos y eso que tardas más de un mes en conseguirlos. Se llega cuando tu grupo ya ha entrado, y en el fondo te dejan pasar, en el fondo fondo, por la sonrisa italiana de la acompañante que realiza la sorpresa.

Cuando se cierran las puertas de seguridad detrás de ti una tras otra en una escena de Super-Agente 86, sin ningún turista alrededor, y pasas la puerta es increible.



El ajetreo previo a la llegada tiene una cosa buena, ni siquiera pudiste pensar sobre el gran titulo de la entrada: Cenacolo Vinciano. No sabes lo que es cenaculo y Vinciano te suena a Emperador o vencedor. Y la verdad es que es mejor así. Mejor no saber que Vinciano viene de Da Vinci. Mejor no saber que Cenacolo (que no Cenaculo) viene de Cena. De Última Cena.

Mejor no saberlo, porque no creo haber visto una pared a una obra pegada mejor en toda mi puta vida. Es la leche, el sitio, el tono. Solo al cabo de cinco minutos respiras un poco y dices.. pero si en el fondo solo es pigmento sobre una pared... y aun así. Ah, por cierto si, vamos es un tia fijo fijo, Magdalena sale en La Última Cena fijo.

Habrá que dar un hurra a todas las sorpresas y a todas las Valentinas de este mundo. Y a las sonrisas que abren puertas.